miércoles, junio 22, 2005

LA NO-CIMARRA DE LOS NO-ESCOLARES

En una ciudad del norte, creo que Antofagasta, por estos días los carabineros se dedican a cazar escolares que están haciendo la cimarra para devolverlos a su colegio y, si persisten, serán denunciados ante sus padres. Una reportera dijo que esta era una gran idea porque la práctica de la cimarra se estaba generalizando lo que, más que una tarea periodística, parecía un acto de relaciones públicas a favor de la policía.

Todo esto es muy equívoco. Primero, es mejor que se preocupen de los temas de seguridad ciudadana, que no son pocos, y que arresten a delincuentes que sí hacen daño. No veo cómo se puede llegar a considerar que escolares haciendo la cimarra pongan en peligro el orden público y la seguridad. Más aún, al final terminan siendo los carabineros quienes hacen la cimarra distrayéndose de sus tareas más importantes.

¿Qué hacemos entonces con esos carabineros? Una es que los pillemos y después los dejemos en la comisaría y, si persisten, los denunciamos a sus padres y les decimos mire, tenemos un problema, resulta que su hijo carabinero está sacando la vuelta, no está haciendo su pega, llámenlo a la disciplina o, por último, avisen a los carabineros para que pongan orden entre los carabineros. ¿Eso hay que hacer?

Segundo, la cimarra es una institución y una práctica fundamental en la vida de un escolar. Tiene que ver con los ritos de crecimiento, con la más cándida e inofensiva forma de rebelarse y con una manera de denunciar lo fome que puede llegar a ser la educación en algunos casos. El que no hace la cimarra se queda sin juventud y lo más probable es que después trate de recuperarla cuando tenga más de 40 y eso sí que se convertirá en un problema mayor porque perderá la pega, no podrá pagar el colegio de sus hijos y los dejará en un estado de cimarra permanente convirtiéndolos en no-escolares.

Y entonces los no-escolares tratarán de meterse escondidos a un colegio para hacer la no-cimarra y divertirse un rato porque ya estarán aburridos de pasearse eternamente por las calles. Pero seguramente del colegio los echarán porque son no-inscritos y también porque ya habían sido expulsados antes porque el papá -a estas alturas, un no-papá- se convirtió en un cimarrero tardío con las graves consecuencias ya descritas. Al final, dejará a sus no-hijos convertidos en una especie de no-vivos sin la oportunidad de hacer la cimarra como Dios manda, la Patria lo reclama y la sana escolaridad exige.

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