miércoles, enero 18, 2006

BANDA PRESIDENCIAL PARA TODOS

Me gusta el 15 de enero, Molière y Martin Luher King nacieron ese día, tiene onda el 15, pasan cosas, la vida se mueve y nos sorprende, la gente anda pacífica, pero ojo, que también se atreve, confía en la intuición, decide emprender caminos nuevos y elige a Michelle Bachelet la primera Presidenta de la historia de Chile.


Y esa misma noche vimos como la banda presidencial, ese símbolo de la autoridad que siempre estuvo reservado a una sola persona, siempre y cuando fuera hombre, se vendía a luca en las calles y todos la compraban, especialmente el "perraje", como la diputada Ximena Vidal denominó a la gente común, esa que nunca tiene credenciales para entrar a los actos importantes pero que no se enoja porque sabe que la verdadera fiesta siempre está donde caben todos y el único privilegio que se disfruta es el de celebrar juntos y revueltos y abrazados con el que pase por delante.

La noche del 15 las mujeres y los hombres llevaban con orgullo ese símbolo antes tan lejano, tan privilegiado, y paseaban felices por la Alameda sintiendo que ahora la banda presidencial es de todos y que está bueno que así sea porque la merecemos decía un caballero, y bien ganada está decía una señora, y aunque sea medio charcha y esté un poco arrugada no importa porque puta que es bonita la banda a luca y además se nos pega en el corazón y entonces ahora todos queremos usarla para ser presidentes y presidentas de todos los chilenos, de los que ganaron, de los que perdieron, de los que se abstuvieron, de los que anularon y de los que viven lejos, porque está claro que lo pasamos mejor cuando por acá no sobra nadie y por eso tenemos la sensación de estar viviendo algo nuevo y pensando que la vida es rara pero bonita y siempre nos sorprende porque hasta no hace tanto tiempo... quien lo hubiera pensado.

lunes, enero 09, 2006

HISTORIAS DEL CUERPO

En medio de la oscuridad de pronto se enciende una luz cenital y descubro que desde el fondo del escenario una mujer camina lentamente hacia el público a través del silencio. Su cuerpo es frágil y tiembla, a cada paso sus tobillos están a punto de doblarse, realiza un enorme esfuerzo para entrar en un mundo oscuro y desolado, siento que su cuerpo viene viajando desde profundidades muy lejanas y que se puede deshacer en cualquier momento, parece un pajarito recién salido del huevo que acaba de asomarse a un medio hostil, su debilidad me conmueve, su coraje me emociona.


Siempre he tenido la sensación de que el cuerpo tiene varias capas, o varios cuerpos, algunos asomados a la superficie o a nuestra conciencia mientras otros permanecen en las profundidades, en las catacumbas. Cuerpos ocultos, enterrados, subterráneos, olvidados, clandestinos, abandonados, cuerpos que como vagabundos ciegos intentan asomarse, salir a la superficie, romper las barreras del encierro, cuerpos que tienen las huellas de nuestra historia, cuerpos que tienen cosas que decirnos.

Pero vivimos en una cultura del exhibicionismo del cuerpo, cuerpos de plástico, de gimnasio, de dieta, de solarium, de trote histérico, cuerpos publicitarios, televisivos, estelares, faranduleros, taquilleros, cuerpos en sociedad, oportunistas, altaneros, vacíos, que no dicen nada, salvo lo que otros quieren que digan.

Mi conmoción surgió cuando me encontré con un cuerpo que luchaba por salir a la superficie para decirnos algo. Cuerpo franco, conectado con el alma, con el recuerdo, con las emociones. Y entonces me acordé de un libro de Therese Berterat, “El cuerpo tiene sus razones”, donde afirma que si el cuerpo es una casa apenas conocemos un par de habitaciones mientras las otras permanecen ocultas, llenas de telarañas, clausuradas. Cuerpo abandonado que quiere expresarse pero se lo impedimos porque no habitamos en todo el cuerpo sino sólo en algunos de sus fragmentos. Y para ser todo lo que somos necesitamos habitar la casa entera y recorrer esas habitaciones olvidadas, para que nos hablen, para que nos cuenten, para que nos digan quienes somos realmente y poder entonces vivir más plenamente nuestra humanidad.



Todas estas sensaciones y recuerdos se me desataron en los primeros 60 segundos de la obra “Purgatorio”, de Mauricio Celedón, realizada por su compañía Teatro del Silencio, un silencio capaz de decir tantas cosas y de generar un maravilloso estado emocional.


Viva el Teatro, viva Celedón, viva “Purgatorio”, una obra donde purificarse, recordar y sentir.