
En la película de Wood está una de las escenas más conmovedoras del cine chileno, aquella en que el personaje interpretado por Roberto Farías golpea con desesperación las puertas del cementerio para recuperar los restos del padre que están a punto de ser incinerados.
Me parece que lo más simbólico es la reconstrucción del cuerpo con huesos de distintos muertos pero asumidos como los restos de su padre, en un gesto filial que, por una parte, expresa, contra viento y marea, la esperanza de sentirse menos huérfano y, por otra, constituye un acto de amor hacia los menospreciados y los olvidados.
La búsqueda del padre es uno de los argumentos universales que existe desde las narraciones clásicas más antiguas que se conocen. Jordi Balló y Xavier Pérez, profesores de guión y narrativa audiovisual en la universidad Pompeu Fabra (Barcelona), en su excelente libro "La semilla inmortal", desarrollan la tesis que "las narraciones que el cine ha contado y cuenta no serían otra cosa que una forma peculiar, singular, última, de recrear las semillas inmortales que la evolución de la dramaturgia ha ido encadenando y multiplicando".
Los autores sostienen que "No debe entenderse esta pertenencia a una cadena creativa como una limitación. Muy al contrario, lo que hace el cine es evocar los modelos narrativos anteriores con una puesta en escena que provoca que una determinada escena resulte nueva, fresca, recién inventada, y sugiera una manera contemporánea de de entender una trama ya evocada en algunas de las mejores obras del pasado".
La originalidad en el caso del personaje de la película de Wood, que sin duda remite a la historia reciente de Chile, es la búsqueda del padre muerto, abandonado y desaparecido que es reconstruído con los restos de varios cuerpos en una especie de ritual sagrado que en un gesto comunitario intenta recuperar a todos los olvidados.
A propósito de esta escena recordé también un libro del historiador del cine y ensayista español Roman Gubern, “Espejo de fantasmas”, en el que afirma que, incluso de un modo inconsciente, “el cine es un espejo de un imaginario colectivo configurados por los deseos, frustraciones, creencias, aversiones y obsesiones… que convierten a los filmes en sueños públicos compartidos.”