lunes, septiembre 01, 2008

"Litoral", el pasado es un país lejano

Temprano en la mañana comienza la filmación de Litoral. El restorán El Parrón se ha convertido rápidamente y con un par de toques de decorado en una Quinta de Recreo. Ruiz se pasea tranquilo, sabe que todo va a fluir y "si no es así -dice- hay que saber aprovechar los imprevistos y los accidentes, el cine está repleto de ellos pero si uno los sabe aprovechar pueden terminar enriqueciendo una escena o crear algo que no existía". Los accidentes, los problemas, los errores como motor de creación, gran tema.

Todo está listo y hay que cumplir algunos ritos de inicio de filmación. La foto.




Siete meses después estamos a punto de estrenar. Vuelvo a mirar el primer capítulo antes de la salida al aire. Lo he visto tantas veces pero me continúan sorprendiendo los detalles, las atmósferas, las emociones cinematográficas.

Al inicio, mientras se escucha la notable música de Jorge Arriagada, se lee lo siguiente.

"Me dicen que el Lucerna
es el único barco
en el que vivos y muertos
conviven pacíficamente.


No es mi opinión:
yo viajé tres años y medio
en ese barco maldito
y de lo que vi y hallé
en ello navegando
solo me quedan recuerdos
de trifulcas, maldiciones
y amenazas.

El capitán lo ha dicho:
Este no es el barco de los muertos
Aquí los que lo tripulan
No están ni vivos ni muertos
Sobreviven a medio morir saltando"

(Encontrado en el chaquetón del marinero Carlos Esparta Puebla El día que se colgó)

Así comienza Litoral, una serie que tiene diversas bajadas; para algunos son "cuentos del mar", para otros "aventuras de marineros" y las posibilidades, como siempre ocurre en el cine de Ruiz, son infinitas porque en cada una de sus obras hay una dimensión poética que admite muchas lecturas.

Dice Ruiz: "...muchos de esos cuentos los escuché siendo niño, me los contaron mis abuelos de la zona central y de Chiloé".

¿Por qué hacerlos?

"Porque, como dice un poeta inglés, el pasado es un país lejano, allí las cosas pasan de otra manera. En ese país viven fábulas y mitos, y para encontrarlos hay que hacer el viaje."

La mirada, o las maneras de mirar, o de no mirar, se cuelan en los diálogos de Litoral.

Dice un personaje, el sobrecargo Cortínez, refiriéndose a los marineros del Lucerna (¿y también a los chilenos?): "marineros sombríos y sin mirada, porque aquí nadie mira a nadie y a fuerza de no mirarse terminan por no verse".

Otros diálogos me huelen a eso tan chileno del "vamos viendo", el "ahí vemos" y el "si te he visto no me acuerdo". El sobrecargo Cortínez baila un bolero con una chica, la Triste, de la cual se ha enamorado:

- ¿La puedo seguir viendo?
- Todo tiene su cómo y su cuando, yo le diría.... talvez.
- Todo talvez tiene su quizás y su hasta cuando.
- En el decir se conoce al conocedor.
- ¿Conocedor en amores dice usted? poco y nada. Soñador de amores bastante, eso si que sí.
- Cuando usted quiera joven.

Y, como siempre en Ruiz, en historias de amores, el diablo mete su cola:


Lo que manda Amanda el diablo lo comanda
lo que Amanda quiere el diablo lo sugiere
lo que Amanda pide con el diablo divide
a los que quiere Amanda el diablo los espanta.

Acerca del origen de la serie Ruiz sostiene que "nadie puede renegar de su infancia. Y ella está poblada de cuentos y ensoñaciones irrenunciables. En conclusión, bienvenidos sean los vampiros, los frankesteins, los omenes y poltergeist. Pero que le den también una oportunidad a picuchenes, traucos y buques fantasmas."