miércoles, octubre 12, 2011

Jobs, el aprendiz

Según Steve Jobs uno de los momentos claves de su vida fue cuando lo despidieron de Apple. Fue bueno, dijo, porque la pesadez de tener éxito fue reemplazada por la iluminación de ser nuevamente un aprendiz.


Esa opción fue clave en su vida. A diferencia de quien se declara experto, el aprendiz tiene un enorme espacio para crecer, para constituirse en un observador que amplía su mirada, y que de ese modo expande sus posibilidades de acción y de transformación del mundo.

El aprendiz explora, fluye desde la intuición, aprende a aprender. Sabemos cómo somos, como estamos siendo ahora, pero a veces ni siquiera nos imaginamos cómo podríamos llegar a ser si derrotamos a los enemigos del aprendizaje, que no son pocos: la incapacidad de admitir que no sabemos, confundir aprender con estar muy informado, perderle el amor a las preguntas, etc. (“Aprendiendo”, Aldo Calcagni, Newfield).


El aprendiz no viaja por una autopista que, como es su función, está predeterminada para ir, sin desvíos, de un punto a otro. El aprendiz, en cambio, construye un sendero, con avances y retrocesos, pero que tiene la ventaja crucial de que es el suyo y que le permite enfrentarse a sus miedos y construir su propio aprendizaje.

Ese niño que fue desechado por sus padres biológicos a los pocos días de haber nacido no sólo fue inteligente, talentoso, emprendedor e innovador. Además, tuvo el coraje de asumir que necesitaba aprender. Y seguramente a poco andar descubrió que el ser como somos nos permite transformar  nuestra manera de ser (Olalla y Echeverría).


Jobs hizo un viaje desde la pesadez del éxito hacia la iluminación, y la libertad, del aprendiz.

lunes, octubre 03, 2011

Los jóvenes y el desasosiego

Antes de los años cincuenta los jóvenes prácticamente no eran un grupo social reconocido con identidad propia y pasaban rápidamente de la adolescencia a la adultez. Eran percibidos apenas como el pasado de los adultos y mientras antes pensaran y actuaran como ellos mejor. No tenían un espacio y un rol reconocido, excepto cuando los mandaban a la guerra.

En los 60 y los 70 hubo un cambio radical. Los jóvenes se convirtieron en un grupo social activo, con identidad propia, con sueños y utopías. Salieron a la calle y ocuparon masivamente el espacio público para plantear sus aspiraciones. Los adultos se sintieron descolocados y los asociaron al desorden y los reprimieron.

Pero entonces el mundo cambió para siempre. Los jóvenes comenzaron un proceso de construcción de identidad, de expresión de sus demandas y la cultura joven salió a la calle y ocupó el espacio público como un territorio propio. El cine y la literatura de esos años tuvieron múltiples expresiones de ese movimiento, entre las más notables está el libro “Los ejércitos de la noche”, de Norman Mailer.

En días recientes diversas protestas de los jóvenes estadounidenses contra la crisis económica continúan en forma cada vez más masiva. Cuestionan la avaricia y la codicia, lo que parece estar en la base del descontento en diversos lugares del mundo.

Las manifestaciones de los jóvenes en Chile vienen de una matriz similar. Los culpan de provocar desórdenes, pero ellos perciben que el verdadero desorden tiene que ver con la pésima calidad de la educación pública que funciona como un mecanismo de discriminación. Los jóvenes están expresando una inquietud, un desasosiego. Perciben que el sistema se devora a sí mismo y de paso arrasa con la dignidad y los derechos de las personas.

Las movilizaciones tienen que ver con la voluntad de hacerse cargo de la crisis y con el planeta que van a heredar. Es una señal de madurez y generosidad. Es un modo responsable de habitar el planeta y de vivir.
Un dato central es que las demandas expresadas por los jóvenes son parte de un fenómeno que recorre el planeta y que se relaciona con el costo de la avaricia y la codicia. Los jóvenes están hablando del mundo en que vivimos, y hay que escucharlos.
Fernando Pessoa ya lo dijo en el "Libro del desasosiego":
"Creo que decir una cosa significa conservarle la virtud y despojarla del terror."
Al parecer, estamos frente a un umbral. Y los jóvenes lo quieren atravesar.