lunes, octubre 27, 2008

Fellini, La dolce vita

Se van a cumplir 15 años de la muerte de Federico Fellini, acontecida el 31 de octubre de 1993, y por esas crueles paradojas de la vida por estos días el gobierno de Berlusconi tiene en venta los míticos estudios de Cinecittá, donde el realizador filmó sus mejores películas.

Hay cuatro proyectos para resucitar a Fellini. Nine, adaptación del musical basa en 8 1/2, dirigido por Rob Marshall. Viaje a Tulum, que rememora el viaje que el cineasta hizo a México en busca de un chamán. In the valley of the butterflies, historia en la que trabajaba cuando murió y que se basa en la biografía de Nicola Longo, una especie de Serpico italiano. Y Fellini black & white, inspirado en los dos días que se perdió en Los Angeles.


En octubre de 2006, rememorando su muerte, escribí en este blog una nota titulada La ciudad interior. Aquí va.

Hace algunos días apareció en la prensa la actriz sueca Anita Ekberg, que acaba de cumplir 75 años, y dice que ha visto tantas veces La Dolce Vita, la película de Federico Fellini que la lanzó a la fama, que si tuviera que verla una vez más seguramente vomitaría. Entonces, recordé el tumulto.

La noche es fría y hay ráfagas de viento que se esparcen con fuerza por las calles de la ciudad. En una sala de cine, centenares de trajes elegantes pasean por el vestíbulo mientras las joyas se intercambian sonrisas y destellos.
Durante la función el director de la película ha estado sentado entre el público, tratando de no adormecerse con la infinidad de perfumes que compiten en silencio para justificar su asistencia al evento.



Cuando todo termina y se encienden la luces algunas manos dispersas aplauden, pero pronto son silenciadas por los abucheos. Los trajes y los perfumes comienzan a salir de la sala y en el vestíbulo un abrigo de visón se abalanza sobre el director y le grita ¡usted quiere que caigamos en manos de los bolcheviques!, mientras un impecable frac negro se acerca y lo escupe en la cara.


Era el 5 de febrero de 1960, en Milán, Italia, la noche en que Federico Fellini y Anita su esposa Giulietta Masina, acompañados de Marcello Mastroianni y Anita Ekberg, concurrieron al estreno de La Dolce Vita. El tumulto era sólo el preludio de una encarnizada batalla librada en los medios de comunicación, los púlpitos, el parlamento y las calles.

La película transcurre en la Vía Veneto, centro del llamado jet set, frecuentado por la realeza, hijos de dictadores latinoamericanos, escritores, publicistas, empresarios, trepadores, estrellas sin destino, vendedores de portadas y un periodista demasiado seducido con los acontecimientos que cubría en la alta sociedad romana. Es decir, un ejército desesperado por divertirse de cualquier modo para atenuar el aburrimiento y el vacío.

Algunos parlamentarios trataron de prohibir la película, un jesuita la consideró una crítica necesaria, alguien dijo que era una obra maestra, L'Osservatore Romano la calificó de indecente y desagradable, más aún, obscena y sacrílega, grupos católicos trataron de que nadie la viera y los ciudadanos asistieron multitudinariamente a las salas de cine que la exhibían.

Los italianos fueron sacudidos por la historia porque los personajes de la pantalla pululaban por el mundo real, el de todos los días. La Dolce Vita fue percibida como una acusación social, moral y política de una sociedad que había reducido el crecimiento económico de posguerra a la búsqueda de objetivos materiales y diversiones vacías.

Fellini sólo dijo que La Dolce Vita no era la Roma visible sino un reflejo del espíritu, una ciudad interior.

Volvemos a recordar a Fellini, lo extrañamos, y hoy nos hace tanto sentido la metáfora de la ciudad interior, la que bulle por debajo, la que es mejor que asome, para que nos miremos y nos reconozcamos, antes de perdernos en laberintos de superficie y olvidar cuales eran los sueños, por donde iban las ganas.

5 comentarios:

celeno dijo...

Non ho mai amato Fellini,pur avendolo rispettosamente studiato e analizzato. Ho sempre pensato che ci fosse in lui un autocompiacimento narcisista, uno sguardo di sfrontata commiserazione nei confronti dell'universo femminile, che non ha mai conosciuto e capito davvero,una sorta di snobismo (anche nello scegliere "gli umili" o gli sconosciuti per consacrasi grande regista...)
insomma...diffido in generale dei miti, di quelli tutti al maschile, poi...

Augusto Gongora dijo...

Me parece una mirada interesante sobre Fellini, más distanciada, pero parece comenzar por la premisa de que los artistas son perfectos. La complacencia, el narcisismo o sus problemas con las mujeres no lo descalifican desde un punto de vista artístico. Más aún, si todos los artistas fueran buenas personas el arte terminaría muy aburrido.

(Mi sembra un interessante sguardo sulla Fellini, più lontano, ma sembra iniziare con la premessa che gli artisti sono perfetti. Compiacimento, il suo narcisismo o problemi con le donne non è da escludere uno artistico punto di vista. Inoltre, se tutti gli artisti erano brave persone finiscono per essere l'arte molto noioso.)

Anónimo dijo...

a veces menos es más, entonces, al margen del post, que tiene un remate muy hermoso (eso de mirarse, descubrirse, ver por donde andaban los sueños y las ganas), sólo puedo decir signore, signore, signore, me ha hecho usted poner más ojo en mi ciudad hoy (la tarea autoimpuesta será entonces encontrar aquellos trozos de vida más dulce, más que los de la de la pantalla, claro está...)
;)

p.d. y de la partida con Berlusconi mejor no decir nada... aunque la vida de ese "caballero" dé para muchas malas películas...

"ci vediamo" en un altro post, supongo...

celeno dijo...

Dimenticavo... per quanto riguarda la privatizzazione di Cinecittà si tratta di un`operazione preparata con il precedente governo, in particolare con Francesco Rutelli, ministro dei Beni e delle Attività Culturali, e, dopo le elezioni, portata a termine con il consenso di quello in carica.
Gli accordi sono stati formalizzati a fine luglio, dopo aver ottenuto nei mesi precedenti il "sì" dai sindacati.
L'azionista pubblico, Cinecittà Holding, detiene oggi il 49% del Capitale, una quota destinata però a scendere fino al 25%

Niki McGill dijo...

Me es muy intima La Dolce Vita porque con ella comencé a descubrir el misterioso mundo de Fellini y con Otto e Mezzo logre amarlo.

No se si otro actor que no se Mastroianni pudiera haber hecho de alter-ego de Fellini... no creo....

La escena de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi es mitíca...

La dolce vita es una de las películas que más he visto en mi vida y siempre descubro cosas nuevas....