martes, junio 01, 2010

"¡Donde está Dennis Hopper!", dijo John Wayne


Estuvo a punto de matarse con cuanta droga se le pasó por delante pero lo salvaron sus amigos, el amor por el cine, las ganas de vivir o quizá aprendió a quererse, a buscar su destino, a ser un motero tranquilo. Fue parte de una generación que se encontró con una industria en decadencia. El público escaseaba, la TV crecía cada día, los dueños de Hollywood no estaban entendiendo que la sociedad de los sesenta cambiaba vertiginosamente, que las historias que se narraban estaban lejanas a la vida cotidiana y que todo en la pantalla parecía de mentira cuando lo que se estaba buscando era cambiar al mundo. Al final, los dueños de la industria se terminaron convenciendo de que su salvación estaba en los jóvenes: Coppola, De Palma, Lucas, Nicholson, Polansky, Spielberg, Beatty, Fonda, y entre ellos, al comienzo bien piola y después no tanto, Dennis Hopper.

James Dean, gracias a Nicholas Ray, había dejado las cosas en un punto sin retorno en “Rebelde sin causa”. El conflicto generacional ya se había instalado y con “Easy ryder” (“Busco mi destino”) quedaron fuera las carreras suicidas arriba de un auto y agarraron moto para salir a descubrir América. Dean reclamaba en los Cincuenta porque sus padres no lo comprendían pero Fonda, Nicholson y Hopper no trataron de cambiarlos, hicieron algo mucho más entretenido: los abandonaron y salieron a buscar su destino. Era mejor hacer el viaje y salir a explorar el territorio, descubrirse a sí mismos y ver a gente real en situaciones reales.

Se dieron cuenta rápido que en esa época había que arrancar para adelante, quedarse donde mismo era retroceder, el protagonismo de los jóvenes había llegado, no había vuelta atrás.
Los dueños de Hollywood entreabrieron la puerta y les dieron la pasada porque no se les ocurría otra cosa para salvarse y los cineastas jóvenes entraron con ganas de terminar con la industria pero después fueron envejeciendo y ni siquiera hubo que echarlos.


Pero la vida no era fácil. Peter Biskind en “Moteros tranquilos, toros salvajes” relata que un día John Wayne, el ícono de los conservadores, el cowboy eterno, el que usaba pistola no sólo en las películas, llegó a los estudios de la Paramount buscando a Hopper enfurecido porque lo consideraba responsable de todos los disturbios pacifistas. “¡¿Dónde está ese maricón de Hopper?! ¡Quiero a ese rojo cabrón, ¿donde se ha escondido el muy comunista?!” Hopper, que era un poco loco pero no gil, efectivamente se había escondido en el tráiler de un actor. Mientras Wayne estaba en ese afán su amigo Nixon invadía Camboya.

Dennis Hopper es un retrato de su generación: la rebeldía, los fracasos, algunos sueños rotos y al final, después de todos los dolores y las heridas, queda el talento y la audacia.

3 comentarios:

L Mery dijo...

Salud por todos los que hacen el viaje buscándose a sí mismos!!!
Un abrazo, L.

Daniel. Te invito a visitar http://eldeportero.wordpress.com dijo...

Easy Raider quedó como el vivo retrato de esa generación. Hoy cuesta más encontrar a jóvenes que decidan buscar su destino, prefieren que todo se los entreguen hecho (aunque puedo estar equivocado).
Saludos

Augusto Gongora dijo...

no hay nada mejor que el viaje para cambiar de piel, descubrir, encontrar, conquistar