jueves, diciembre 29, 2005

KONG YA NO ES KING


Cuando Naomi Watts, la protagonista del último “King Kong”, declaró a la prensa que la relación de su personaje con el simio era “pura y paternal” comencé a sospechar que esta versión tenía una carta bajo la manga, que Bush y la derecha norteamericana se anotaban un triunfo en su cruzada moralista y que además de Afganistán e Irak también había sido invadida la industria del cine.

Descubrí que por acá las cosas iban en la misma línea cuando supe que la más reciente adquisición de Piñera para su campaña, el señor Antonio Garrido alcalde de (¡que paradoja!) Independencia dijo, refiriéndose a Lagos y Bachelet, que había que tener mucho cuidado con “los hijos del diablo”. ¿Campaña del terror de nuevo? No pude dejar de acordarme de los días en que Pinochet hacía lo mismo dividiendo a los chilenos entre patriotas y antipatriotas mientras continuaba reuniendo dinero para el futuro.

Eso no era todo. Luego nos enteramos que otra flamante adquisición de la derecha, un señor que se llama Fernando Moreno y que es presentado como un sensible humanista cristiano dijo que todos lo que han votado o voten por Bachelet somos estúpidos. También defendió a Pinochet frente a las acusaciones por derechos humanos y corrupción diciendo que era un chivo expiarorio. Hay más. Mónica Madariaga, ex Ministra de Pinochet, redactora de la ley de (auto) amnistía, dijo que a Bachelet "el indio Morales -refiriéndose así al reciente Presidente electo de Bolivia- no la va a respetar". Además agregó que la situación "exige un pantalón amarrado con alambres." Confieso que me angustié y sentí que todo eso tenía un tufillo a dictadura, a descalificación y a persecución.

Para escapar de tanto bazucazo y también para saber si Kong seguía siendo King me refugié en un cine. Quería comprobar si la arremetida conservadora había torcido una historia que se remonta hasta la mitología griega, la de la bestia enamorada de una bella, y recordando que muchas veces el cine devela la faz visible de lo invisible comencé a ver la película.

Antes había repasado en mi memoria las versiones anteriores, especialmente la de aquella escena en que Kong deposita sobre su mano a la heroína, Anne Darrow, para conocerla mejor. En la versión de Merian Cooper de 1933, interpretada por Fay Wray, la bestia comienza con torpe delicadeza a escarbar con el dedo la blusa de la heroína, que tenía poquita ropa, con natural curiosidad. Ella seguramente pensaba que el mono la iba a matar y el pobre mono, después de verla, era incapaz de pensar nada, mientras los espectadores proyectaban sus temores y pasiones.



En la misma escena de la versión de 1976 dirigida por John Guillermin, donde la heroína es interpretada por la exuberante Jessica Lange, también con poquita ropa, la situación tenía una carga erótica proveniente, de la bestia, de la bella y, ¡cómo no!, del huracán de pasiones de los espectadores. La película respondía al contexto de un cine más franco y liberal realizado por creadores jóvenes que habían irrumpido en una industria pacata y conformista.


Tal como lo sospechaba, la versión actual va por otro lado y la escena entre la bella y la bestia tiene una textura radicalmente distinta a las anteriores. Si en ella Kong hablara lo haría con una voz gangosa y engolada, en un tono muy recatado y con una pronunciación muy correcta, para decir algo así como “¡que bonito tu cabello!”. Plop. Fome. Que lata.


Mataron al mito de la bestia enamorada de la bella, anularon la ambigüedad y la tensión entre la racionalidad y el inconsciente, entre lo civilizado y lo primitivo, entre lo puritano y lo salvaje.


Sumido en las profundidades del desánimo me imaginé que además el simio le diría cosas como jamás leas un blog, cuidado con los hijos del diablo, no escuches la Concierto, no hables con Tarzán, Jane es una libertina, la mona Chita es una perdida, las mujeres tienen que permanecer en su chozita en el árbol y deben pasear por las lianas acompañadas de un hombre, como siempre ha sido, que para eso estamos los machos, para dejar todo donde mismo.

Las declaraciones de Naomi Watts no eran para nada casuales porque seguramente los productores la mandaron para que dejara claro que todo el mundo se estaba comportando con gran recato. Era previsible, especialmente si se toma en cuenta que la derecha norteamericana comandada por Bush le tiene la mirada encima a la industria del cine y la señal ha sido clara: que nadie se descuadre ni piense que se van a permitir inmoralidades.

Ejemplos sobran. Desde los años 30 el senador republicano Will Hays se encargó crear un "código de principios morales" que funcionó hasta 1968. El Código indicaba, entre otras cosas, proscribía imágenes y palabras socialmente inaceptables, relaciones entre personas de distintas razas, la lujuria en las escenas de abrazos, y si eran con besos, además de breves, tenían que ser con la boca cerrada (y no es chiste), evitar gestos provocativos, etc. (Dato aparte: la esposa de Hays lo terminó demandando por reiterados abusos sexuales).


Eso era antes. Ahora no es mejor. El músico rapero Kanye West durante un concierto para las víctimas de Katrina acusó a Bush de promover una imagen negativa de la población negra: “cuando se ve a una familia negra, dijo, es que están saqueando; pero cuando se muestra a una familia blanca se dice que están buscando comida”. La NBC cortó el micrófono inmediatamente después de que el músico mencionó a Bush y en la repetición del programa para la costa Oeste, tres horas más tarde, dejó fuera sus comentarios.

Ahora las emisiones de los grandes eventos transmitidos por televisión, como el Oscar, por ejemplo, se hacen con un retraso de cinco segundos, para dar tiempo a bloquear los micrófonos. Recordemos que Fahrenheit 9/11 de Michael Moore, producido por Miramax, una subsidiaria de la Corporación Disney, generó polémica y ante eso la Disney, presionada por la Casa Blanca, anunció que no distribuiría la película. Durante la invasión a Irak actores como Sean Penn y Susan Sarandon, entre otros, fueron afectados laboralmente por su rechazo a la guerra.


Mientras tanto, acá en Chile las cosas ya comienzan a adquirir un olor a descalificación, a censura y a un machismo desenfrenado que sostiene que ellas no son capaces. Muerto el mito, la bestia se ideologizó y la bella es sometida a proceso, los encendidos homenajes a la mujer se acabaron y ahora las bestias ya no se enamoran de las bellas. Kong ya no es King.

Pero no importa, porque entre todos podemos hacer que el próximo sea un año Nuevo de verdad. Felicidades.

jueves, diciembre 15, 2005

LA VIDA TENUE

La ciudad es áspera, la glotonería visual nos tiene obesos, la mente está invadida por demasiados ruidos, la fuerza emocional se debilita y cada día estamos más exiliados del silencio de la naturaleza y nos perdemos su mar de susurros, tampoco sentimos los olores ni las brisas frescas de la tarde, ahogamos los crepúsculos en la indiferencia hasta que de pronto aparece un haiku.



Larga noche;
el sonido del agua
dice lo que pienso
(Choshu)

¿Desde qué territorio misterioso viene este texto que por un instante flota en la página y que con tanta sencillez expresa lo inasible?

El haiku ha sido definido por los expertos como un acto mínimo de enunciación que enaltece un elemento o un instante tenue de la vida cotidiana. Creado en Japón en el siglo XVI originalmente era dicho y más tarde se comenzó a escribir. Fue influido por el budismo Zen y proviene más de la observación de la naturaleza que de un pensamiento.

El primer maestro fue Matsuo Basho, que vivió entre 1644 y 1694, y lo definió como "lo que está sucediendo en este lugar, en este momento". A comienzos del siglo XX el haiku extendió su influencia en Occidente. Creo que con eso basta, por ahora. Sigamos.



Un viejo charco
un pájaro en picada
el ruido del agua

(Basho)

Cayendo a tierra
el volantín
ya sin alma

(Kubonta)

La primavera que se aleja
duda
en las flores tardías del cerezo
(Buson)

lunes, diciembre 05, 2005

TENEMOS PROBLEMAS


"Dios ha muerto."
Nietzsche.
Leipzig, 1882.


"Nietzsche ha muerto."
Dios.
Av El Cielo s/n, agosto de 1900.



"Dios y Nietzsche han muerto y últimamente yo también me estoy sintiendo mal."
Anónimo.
Santiago, Liguria, Baño de hombres, 2005.