Algunos mitos aportan lo suyo. Uno de los mitos sobre la ceguera de Tiresias se atribuye a que observó a la virginal diosa Atenea bañándose desnuda, por lo que fue severamente castigado. En “Ensayo sobre la ceguera” José Saramago sostiene que la ceguera es contagiosa y sugiere la necesidad de sacarnos las vendas, hacernos responsables y volver a mirar. Pero, ¿cómo somos cuando miramos?
Observamos aquello que denominamos la realidad pero, como señala Rafael Echeverría (“El observador y su mundo”), nuestras percepciones son selectivas y no vemos todo lo que está frente a nuestros ojos. Prestamos atención –dice- a algunos de los elementos de nuestro entorno según nuestras inquietudes y deseos. Hay cosas que vemos y otras que no vemos. Nunca podremos saber qué es lo que “realmente” está allí.
Mientras más distinciones tenga el Observador que cada uno de nosotros somos podemos potenciar nuestra mirada y expandir nuestra capacidad de acción. La tecnología ha permitido que los canales de televisión tengan diariamente una información precisa de las audiencias: las distinciones de rating/ share vinculadas a estratos socioeconómicos, género y edades de quienes ven un programa, y de quienes no lo ven, proporciona información para diseñar acciones y, por ejemplo, orientar sus formatos y contenidos hacia las audiencias que quieren conquistar o intentar recuperar a las que algún día tuvieron.
Una mirada con distinciones pertinentes según qué se quiere observar potencia al Observador que somos, se trate de personas, organizaciones o empresas. En todo caso, hay que asumir que nuestra mirada, y la de los otros, es subjetiva y no necesariamente vemos lo mismo, razón por la cual habitamos en mundos interpretativos. Lo que no está nada de mal porque eso nos permite, y nos exige, vivir en el pluralismo y la tolerancia.
La mirada está inevitablemente determinada por la subjetividad de cada uno. Entonces, aquello que llamamos lo “real” finalmente es percibido y narrado de modo diferente según el Observador que somos. No sabemos cómo las cosas son sino cómo las observamos. Finalmente, señala Echeverría, “vivimos en un mundo en el que todos, de una u otra forma, somos ciegos.”
Augusto Góngora, Coach Ontológico, The Newfield Network