domingo, febrero 05, 2006

PROSCRIBIR LA REALIDAD

La Concierto está de vacaciones durante febrero (yo también, pero una semana apenas) y extraño esa hora y media semanal en que elegimos 5 o 6 temas (además de un invitado) y soltamos una conversación improvisada junto a Natalia del Campo y Sergio Fortuño. Por ahora me quedo con un tema que me habría gustado conversar en la radio.

Hemos sido informados que se quiere impedir a través de una ley que los personajes fumen en las películas chilenas. Me parece increíble, cuesta creerlo. En la época de los talibanes en Afganistán se prohibió el cine, por "impuro", e incluso el proyectorista de una sala de cine en Kabul fue condenado a la cárcel. Si se quiere prohibir en las historias de ficción del cine algunas supuestas "malas conductas" (por ahora es fumar, pero ¿qué puede venir después?) trato de pensar cuantas películas jamás se habrían podido filmar.

Algunos ejemplos que se me vienen ahora a la memoria. "Taxi Driver", de Scorsese (Jodie Foster hace una pequeña prostituta atrapada por la violencia urbana, Harvey Keitel interpreta a un siniestro cafiche, De Niro es una especie de ángel vengador en estado de delirio que quiere hacer justicia por su mano en una Nueva York desquiciada que a todos nos alertó, desató conversaciones y reflexiones sobre aspectos importantes de la vida moderna); "Roma", de Fellini (entre otros apuntes de su vida narra magistralmente su adolescente visita a una casa de putas); "Caluga o menta", de Justiniano, (jóvenes marginados que viven al borde de la violencia, que fuman y pitean, y que es un excelente retrato de la vida de sectores marginales en los inicios de la transición); "Belle de Jour", de Buñuel (el lado B de una formal señora burguesa que por las noches desata su sexualidad); "Machuca", de Wood (que en algunas escenas refleja la violencia clasista en el colegio y la brutalidad militar en las poblaciones después del golpe y, además, la maravillosa escena de la leche condensada en que tres escolares se besan y comienzan a expresar su sexualidad); "Play", de Alicia Scherzon (un tipo engaña a su pareja, personas adultas beben y fuman en una fiesta, un par de escenas callejeras violentas); "Se arrienda", de Fuguet (un personaje angustiado narra que su padre le disparó un par de balazos); "Alien", de Ridley Scott (donde asoma la cobardía y la traición en una situación límite); "Thelma y Louise", del mismo director (donde dos mujeres se rebelan ante hombres imbéciles, huyen, una de ella mata al violador de su amiga en un acto desesperado e involuntario, con un final en que ellas, en medio del acoso generalizado, deciden suicidarse); "El chacotero sentimental", de Galaz, (una mujer engaña a su marido); "Sexo con amor", de Quercia (una visión franca y en tono de comedia de la vida sexual de los chilenos, y por allí hay una escena en que en un bar, al fondo, dos extras fuman)...

En fin, para qué seguir. Parece que lo que en el fondo se quiere es proscribir la realidad, blanquear la vida cotidiana, permitir sólo personajes buenitos, sin conflictos ni contradicciones, sin pecados, sin errores, sin dudas, sin sangre en las venas. O sea, películas sin seres humanos y sin humanidad. Las dictaduras, y bien lo sabemos acá, trataron de proscribir la realidad, falsearla, eliminarla y presentar una realidad de utilería. En esos años hice un documental, "Las imágenes del país invisible", que abordaba el país real, el de todos los días el que estaba prohibido en la TV de esos años.

Resulta impresentable que esto ocurra en democracia. Entonces, vamos prohibiendo a Shakespeare, a Cervantes, a Goethe, a Brecht, a David Mamet, a Kurosawa, a Tarantino, a Sofía Coppola, etc. Y de imponerse estos criterios "The Clinic" va a tener que pasar a la clandestinidad, y las personas vamos a tener que vivir nuestras vidas en las sombras, en los subterráneos, en las catacumbas.

Y quizá, como sucede en "Farenheit 451", de Bradbury, donde los bomberos tenían por función quemar los libros para que nadie leyera, capaz que aquí se termine creando un grupete para quemar las películas chilenas en que aparezca una "mala conducta", como fumar, por ejemplo, y nosotros, como en "Farenheit 451", nos tendremos que ocultar en los bosques, aprendernos una película de memoria para transmitirla oralmente a las nuevas generaciones y evitar que la creatividad sea masacrada por un fundamentalismo impresentable porque, claro, ahora son los personajes que fuman, pero me pregunto qué vendrá después porque estas cosas se sabe donde comienzan pero no donde terminan.

(Estoy en la playa en un ciber café, es tarde, me van a echar porque están cerrando, peor aún, estoy fumando, ¿me tomarán preso a la salida? Pero quiero seguir. Voy a seguir mañana).

Día siguiente, Lunes. Sigo. Mi problema no es la ley antitabaco, al contrario, creo que los que fumamos debemos respetar a los que no lo hacen. Más aún, me parece bien que se prohíba fumar en los lugares públicos y en las oficinas, y me parece excelente que los restoranes de menos de 100 metros cuadrados puedan optar por ser para fumadores o para no fumadores.

El punto es que no se puede prohibir la realidad. Por allí llegaríamos a lo peor de la ex Unión Soviética cuando los burócratas eligieron el "realismo socialista" como la única categoría estética válida y permitida. Y, como me dijo un amigo comunista, "lo peor, Góngora, es que eso no era ni realista ni socialista". Pero en ese marco liquidaron, por ejemplo, al escritor húngaro Sandor Márai cuyos libros, "El último encuentro", entre otros, recién pudimos conocer, y tantos otros cineastas, escritores, guionistas, pintores y dramaturgos que fueron castrados por tipos que se creyeron dioses y que desde su infinita soberbia quisieron domesticar y encarcelar a la naturaleza humana.

¿De qué más nos van a cuidar, aparte de los pulmones? ¿Del colesterol, de la gastritis, de la ansiedad, del estrés, de los dolores de cabeza, del insomnio, de la fatiga, de los mareos, de un tobillo que me torcí jugando fútbol? Preferimos que se preocupen, porque para eso fueron elegidos, de los asuntos importantes: de la libertad, la no discriminación, la equidad, la justicia, la distribución del ingreso, el medio ambiente, la salud mental, los derechos de las personas, las AFP, el acceso a la salud, la vivienda y la educación, los derechos de la mujer, el desarrollo de las regiones, etc., etc.

¿Prohibir la realidad en el cine? Por favor, no nos distraigan con tonteras y no se distraigan porque tienen mucha pega por delante y la tienen que hacer bien.