Se estrenó "Secretos", de Valeria Sarmiento, con guión de Raúl Ruiz. El evento comenzó con los especialísimos aplausos de las personas sordomudas que ocupaban una de las salas en que se exhibió la película. Esas agradecidas manos en alto agitándose silenciosamente luego de la presentación de la directora es uno de los momentos más estremecedores que me ha tocado vivir en una sala de cine. Por algunos instantes tuve la sensación de que el cine no estaba en la pantalla sino en la realidad, en las butacas, en esas manos entusiastas que revoloteaban en el aire.
"Secretos" comienza cuando "El traidor" vuelve a Chile a revelar las verdaderas circunstancias del asesinato de "La voz del Pueblo". A través de breves historias que remiten al mundo de la izquierda chilena de los años setenta, ahora transformada hasta el grado de convertirse en algo casi irreconocible, comienza a aparecer eso que a menudo los chilenos reconocemos como "lo chileno".
Virtudes públicas, vicios privados; el imperio de las apariencias en todas sus variantes: escritores que no escriben, cineastas que no filman, poetas que no son; padres falsos, estudiantes universitarias con doble vida, políticos con vida triple; generales envueltos en crímenes paradojales; relaciones afectivas cínicas y castradas que me hicieron recordar una frase del protagonista de la novela "Al sur de la frontera, al oeste del sol", de Haruki Murakami: "Desde el principio, le estaba negada la posibilidad de cosas como el amor, el sentimiento de culpa o el futuro."
El relato va construyendo esta loca geografía emocional abordando, desde la ironía y la ternura con los personajes, el rasgo sinverguenza e inofensivo, pero igualmente patético, de los chilenos. Menos mal que es así, porque de otro modo sería para terminar llorando.
En este link pueden ver algunos fragmentos:
http://youtube.com/user/Suricatochile.
A continuación transcribo una de las varias escenas notables de la película. Los actores son Luis Alarcón (militar) y Marcelo Alonso (abogado).
Sala de visitas en una cárcel. El Militar y el Abogado están separados por una mesa. Mientras hablan, el Abogado está concentrado en ordenar papeles mientras el militar a ratos se pasea. En la mesa hay un plato servido.
Militar: ¿Está seguro?
Abogado: Más que seguro.
Militar: Lástima, lástima no más, tres años preso por nada.
Abogado: Yo soy el que más lo siente.
Militar: No me cabe la menor duda, pero igual lástima.
Abogado: Así es pues, no era usted, a pesar de su confesión.
Militar: ...y era quien?
Abogado: Ahí tenemos varios candidatos.
Militar: Lástima nomás, tres años, una vida arruinada, como se dice.
Abogado: Yo soy el que más lo siente.
Militar: O sea que voy a tener que salir de aquí?
Abogado: ...
Militar: Se acabaron los cauceos, las codornices, el chupe de guatitas...
Abogado: No tan luego, hay otros cargos, pero menores. Firme ahí...... muchas gracias.
Militar: Sabe que es lo peor, que yo ya me había acotumbrado a ser lo que usted decía que soy.
Abogado: ...
Militar: Si hasta me había arrepentido y todo... y ahora... es una lástima nomás.
Abogado: Bueno, yo me voy, y vaya preparándose para la salida. Ah! y, por supuesto, usted puede pedir compensaciones, pero usted sabe eso mejor que yo. La libertad es lo más importante.
Militar: ¿Usted cree?
Abogado: ¿Usted prefiere seguir aquí?
Militar: Sí, fijese.
Abogado: Cauceo va a encontrar en todas partes...
Militar: No como el de aquí, es decir, es una manera de decir, lo que pasa es que la verdad es que yo prefiero ser culpable de todo eso que inocente de no serlo. O sea, no me hayo siendo inocente, porque soy culpable, o sea, culpable de inocencia... porque para ser inocente primero hay que ser culpable.
Abogado: ¿Qué me quiere decir?
Militar: No...no... yo me entiendo, es decir, no me entiendo... pero...no nada... es una lástima.
Abogado: Voy a necesitar nuevas declaraciones.
Militar: Las que quiera, para eso estamos.
Abogado: Buen provecho.
Militar: (se sienta y prueba el plato que le han servido) Bah!!... se enfrió. ¡Guardia!