lunes, octubre 27, 2008

Fellini, La dolce vita

Se van a cumplir 15 años de la muerte de Federico Fellini, acontecida el 31 de octubre de 1993, y por esas crueles paradojas de la vida por estos días el gobierno de Berlusconi tiene en venta los míticos estudios de Cinecittá, donde el realizador filmó sus mejores películas.

Hay cuatro proyectos para resucitar a Fellini. Nine, adaptación del musical basa en 8 1/2, dirigido por Rob Marshall. Viaje a Tulum, que rememora el viaje que el cineasta hizo a México en busca de un chamán. In the valley of the butterflies, historia en la que trabajaba cuando murió y que se basa en la biografía de Nicola Longo, una especie de Serpico italiano. Y Fellini black & white, inspirado en los dos días que se perdió en Los Angeles.


En octubre de 2006, rememorando su muerte, escribí en este blog una nota titulada La ciudad interior. Aquí va.

Hace algunos días apareció en la prensa la actriz sueca Anita Ekberg, que acaba de cumplir 75 años, y dice que ha visto tantas veces La Dolce Vita, la película de Federico Fellini que la lanzó a la fama, que si tuviera que verla una vez más seguramente vomitaría. Entonces, recordé el tumulto.

La noche es fría y hay ráfagas de viento que se esparcen con fuerza por las calles de la ciudad. En una sala de cine, centenares de trajes elegantes pasean por el vestíbulo mientras las joyas se intercambian sonrisas y destellos.
Durante la función el director de la película ha estado sentado entre el público, tratando de no adormecerse con la infinidad de perfumes que compiten en silencio para justificar su asistencia al evento.



Cuando todo termina y se encienden la luces algunas manos dispersas aplauden, pero pronto son silenciadas por los abucheos. Los trajes y los perfumes comienzan a salir de la sala y en el vestíbulo un abrigo de visón se abalanza sobre el director y le grita ¡usted quiere que caigamos en manos de los bolcheviques!, mientras un impecable frac negro se acerca y lo escupe en la cara.


Era el 5 de febrero de 1960, en Milán, Italia, la noche en que Federico Fellini y Anita su esposa Giulietta Masina, acompañados de Marcello Mastroianni y Anita Ekberg, concurrieron al estreno de La Dolce Vita. El tumulto era sólo el preludio de una encarnizada batalla librada en los medios de comunicación, los púlpitos, el parlamento y las calles.

La película transcurre en la Vía Veneto, centro del llamado jet set, frecuentado por la realeza, hijos de dictadores latinoamericanos, escritores, publicistas, empresarios, trepadores, estrellas sin destino, vendedores de portadas y un periodista demasiado seducido con los acontecimientos que cubría en la alta sociedad romana. Es decir, un ejército desesperado por divertirse de cualquier modo para atenuar el aburrimiento y el vacío.

Algunos parlamentarios trataron de prohibir la película, un jesuita la consideró una crítica necesaria, alguien dijo que era una obra maestra, L'Osservatore Romano la calificó de indecente y desagradable, más aún, obscena y sacrílega, grupos católicos trataron de que nadie la viera y los ciudadanos asistieron multitudinariamente a las salas de cine que la exhibían.

Los italianos fueron sacudidos por la historia porque los personajes de la pantalla pululaban por el mundo real, el de todos los días. La Dolce Vita fue percibida como una acusación social, moral y política de una sociedad que había reducido el crecimiento económico de posguerra a la búsqueda de objetivos materiales y diversiones vacías.

Fellini sólo dijo que La Dolce Vita no era la Roma visible sino un reflejo del espíritu, una ciudad interior.

Volvemos a recordar a Fellini, lo extrañamos, y hoy nos hace tanto sentido la metáfora de la ciudad interior, la que bulle por debajo, la que es mejor que asome, para que nos miremos y nos reconozcamos, antes de perdernos en laberintos de superficie y olvidar cuales eran los sueños, por donde iban las ganas.

martes, octubre 21, 2008

Gomorra

En mayo de 2006 el escritor napolitano Roberto Saviano publica, a los 28 años, Gomorra, su primer libro, que le cambió la vida para siempre, y para mal. Después de estudiar filosofía y ejercer el periodismo la Camorra napolitana se convirtió en una obsesión que finalmente se tradujo en una larga y acuciosa investigación. El libro recibió excelentes críticas y vendió centenares de miles de ejemplares.

Gomorra comienza con una cita de Nicolás Maquiavelo que nos da señales acerca del mundo que se nos va a describir: "Aquellos que vencen, vencen de cualquier modo, pero sin mencionar nunca la verguenza."

A poco andar comenzaron las amenazas, públicas incluso, que fueron en ascenso hasta que Saviano comenzó a vivir día y noche rodeado de policías para evitar que lo asesinaran y terminó exiliado de su ciudad y ahora pasa sus días en una brutal clandestinidad.

Hace un par de días varias personalidades que han recibido el Premio Nobel solidarizaron con Roberto Saviano (en la foto) y sostuvieron que apelaban "a la responsabilidad del Estado (italiano), porque es intolerable que todo esto pueda suceder en Europa y en el 2008". El artículo fue firmado por tres premios Nobel de Literatura: el escritor turco Orhan Pamuk -que también ha sufrido presiones en su país por la publicación de sus libros-, el autor alemán Günter Grass y el dramaturgo italiano Dario Fo; dos de la Paz, el ex político ruso Mijaíl Gorbachov y el obispo sudafricano Desmond Tutu; y uno de Medicina, la neuróloga italiana Rita Levi Montalcini.

Para saber de qué estamos hablando hay que decir que la Camorra está conformada por 236 familias, cuenta con cerca de seis mil miembros y factura hasta US$40 mil millones anuales.

Comentando las características de la Camorra Saviano afirmó, en entrevista con el diario El País de España, que "los límites no terminan en el barrio o en la ciudad, como a menudo creen los especialistas. Me di cuenta de que la situación que estaba observando era universal. Los sistemas económicos criminales te permiten comprender en profundidad el mecanismo económico internacional."

"El modelo de las organizaciones criminales mafiosas - dice Saviano- no es El Padrino de Coppola, sino el Scarface de Brian de Palma, porque su personaje, Tony Montana, es alguien que se hace a sí mismo, sin hacer caso a las reglas, aunque con sus propias reglas".

Cuando se le pregunta a Saviano si volvería a escribir el libro su respuesta es dramática: "No. Y no por las amenazas, sino por todo lo que trajeron consigo: el comportamiento de los editores y de muchas personas cercanas. La solidaridad es sólo una palabra."
Y remata: "el éxito me condenó a muerte".

Luego vino la película, dirigida por Matteo Garrone, que hace algunas semanas tuve la oportunidad de ver en Roma.

Gomorra es un poderoso relato que tiene una atmósfera impresionante. Crea con gran coherencia espacios cinematográficos que parecen catacumbas urbanas en las que apenas llega la luz exterior. Paredes descascaradas, sitios baldíos, galpones en penumbras, construcciones a medio camino de las que no se sabe si son ruinas en decadencia o edificios que nunca fueron pensados para que alguien los habitara. En una narración de tono documental los espacios se convierten en teatrales escenarios en donde la mafia opera con absoluta impunidad, generando la sensación de un mundo irrespirable, de oscuridades en las que flota una violencia sin límites.


Así transcurren las vidas de niños que a los doce años pasan por pruebas atroces para llegar a ser parte de la organización mafiosa en donde, convertidos en asesinos, recibirán protección. Adolescentes que desarrollan relaciones enfermas con armas que terminan convirtiéndose en señas de identidad y de poder. Barrios en donde las mujeres tratan inútilmente de contener una violencia que penetra todos los rincones de su intimidad.

Por encima de todos ellos, la Camorra opera cotidianamente ejerciendo una violencia que penetra para siempre las vidas de personas que ya no pueden escapar del sistema.

A través de un relato desgarrador Saviano y Garrone describen un mundo en el que ya no falta nada por traicionar.

lunes, octubre 13, 2008

"Secretos"

Se estrenó "Secretos", de Valeria Sarmiento, con guión de Raúl Ruiz. El evento comenzó con los especialísimos aplausos de las personas sordomudas que ocupaban una de las salas en que se exhibió la película. Esas agradecidas manos en alto agitándose silenciosamente luego de la presentación de la directora es uno de los momentos más estremecedores que me ha tocado vivir en una sala de cine. Por algunos instantes tuve la sensación de que el cine no estaba en la pantalla sino en la realidad, en las butacas, en esas manos entusiastas que revoloteaban en el aire.

"Secretos" comienza cuando "El traidor" vuelve a Chile a revelar las verdaderas circunstancias del asesinato de "La voz del Pueblo". A través de breves historias que remiten al mundo de la izquierda chilena de los años setenta, ahora transformada hasta el grado de convertirse en algo casi irreconocible, comienza a aparecer eso que a menudo los chilenos reconocemos como "lo chileno".

Virtudes públicas, vicios privados; el imperio de las apariencias en todas sus variantes: escritores que no escriben, cineastas que no filman, poetas que no son; padres falsos, estudiantes universitarias con doble vida, políticos con vida triple; generales envueltos en crímenes paradojales; relaciones afectivas cínicas y castradas que me hicieron recordar una frase del protagonista de la novela "Al sur de la frontera, al oeste del sol", de Haruki Murakami: "Desde el principio, le estaba negada la posibilidad de cosas como el amor, el sentimiento de culpa o el futuro."

El relato va construyendo esta loca geografía emocional abordando, desde la ironía y la ternura con los personajes, el rasgo sinverguenza e inofensivo, pero igualmente patético, de los chilenos. Menos mal que es así, porque de otro modo sería para terminar llorando.

En este link pueden ver algunos fragmentos: http://youtube.com/user/Suricatochile.

A continuación transcribo una de las varias escenas notables de la película. Los actores son Luis Alarcón (militar) y Marcelo Alonso (abogado).

Sala de visitas en una cárcel. El Militar y el Abogado están separados por una mesa. Mientras hablan, el Abogado está concentrado en ordenar papeles mientras el militar a ratos se pasea. En la mesa hay un plato servido.

Militar: ¿Está seguro?
Abogado: Más que seguro.
Militar: Lástima, lástima no más, tres años preso por nada.
Abogado: Yo soy el que más lo siente.
Militar: No me cabe la menor duda, pero igual lástima.
Abogado: Así es pues, no era usted, a pesar de su confesión.
Militar: ...y era quien?
Abogado: Ahí tenemos varios candidatos.
Militar: Lástima nomás, tres años, una vida arruinada, como se dice.
Abogado: Yo soy el que más lo siente.
Militar: O sea que voy a tener que salir de aquí?
Abogado: ...
Militar: Se acabaron los cauceos, las codornices, el chupe de guatitas...
Abogado: No tan luego, hay otros cargos, pero menores. Firme ahí...... muchas gracias.
Militar: Sabe que es lo peor, que yo ya me había acotumbrado a ser lo que usted decía que soy.
Abogado: ...
Militar: Si hasta me había arrepentido y todo... y ahora... es una lástima nomás.
Abogado: Bueno, yo me voy, y vaya preparándose para la salida. Ah! y, por supuesto, usted puede pedir compensaciones, pero usted sabe eso mejor que yo. La libertad es lo más importante.
Militar: ¿Usted cree?
Abogado: ¿Usted prefiere seguir aquí?
Militar: Sí, fijese.
Abogado: Cauceo va a encontrar en todas partes...
Militar: No como el de aquí, es decir, es una manera de decir, lo que pasa es que la verdad es que yo prefiero ser culpable de todo eso que inocente de no serlo. O sea, no me hayo siendo inocente, porque soy culpable, o sea, culpable de inocencia... porque para ser inocente primero hay que ser culpable.
Abogado: ¿Qué me quiere decir?
Militar: No...no... yo me entiendo, es decir, no me entiendo... pero...no nada... es una lástima.
Abogado: Voy a necesitar nuevas declaraciones.
Militar: Las que quiera, para eso estamos.
Abogado: Buen provecho.
Militar: (se sienta y prueba el plato que le han servido) Bah!!... se enfrió. ¡Guardia!

viernes, octubre 03, 2008

Valdivia, la ciudad del cine

+ jueves 9 de octubre. El final.
+ viernes 3 de octubre. Radiografía emocional de los chilenos.
+ sabado 4 de octubre. Las imágenes invisibles.
+ lunes 6 de octubre. "El cielo, la tierra y la lluvia."
+ martes 7 de octubre. Procesos creativos.

Al inicio, el final, para que nadie se imagine que esto termina bien. Jueves 9 de octubre.

El Festival comenzó bien y terminó mejor. "Aquel querido mes de agosto" (Portugal), de Miguel Gomes recibió el premio al mejor largo y también el premio de la crítica. En la categoría Work in Progress ganó "Tiempos malos" de Cristián Sánchez y el Premio TVN, que se otorga a la película chilena más votada por el público, un pasaje al Festival de Tolouse, en Francia, fue para "El regalo" de Cristián Galaz. Todo tipo de secciones y paises, retrospectiva de cinco películas de Raúl Ruiz, etc. Todo bien.

Pero en los festivales de cine los problemas comienzan al día siguiente. Todo ha terminado, el hotel donde estaban los invitados luce semi muerto, la sala de prensa, plagada de conversaciones cinéfilas y de los sonidos del tecleo ahora está total y absolutamente silenciosa. Fría.

Una bruma que parece venir del río Calle Calle ha comenzado a penetrar a los recintos que hasta hace pocas horas eran bulliciosos y divertidos. De pronto, comienzan a deambular por los espacios vacíos los personajes de distintas películas que parecen levitar a pocos centímetros del suelo. Se encuentran, conversan, se invitan a visitar las escenas favoritas de cada uno.

- Bonita tu escena, me gustó mucho.
- Siempre me ha parecido un poco larga, quizá algo aburrida.
- Pero no te preocupes, en tu escena se duerme bien. ¿Quieres ir a la mía?

... y así se lo pasan largas horas. Mientras tanto, yo he continuado recorriendo este vacío brumoso que poco a poco comienzo a encontrarlo bastante parecido al hotel de "El resplandor", de Kubrick, pero me encuentro con Nicholson, es decir, con Jack Torrance, y me dice, no, que este es mejor, el otro era insoportable, por algo me volví loco, dice mirándome fijo.... yo evito discutir con él y me dirijo hacia mi habitación que, aunque ustedes no lo crean, tiene el número 237, recorro los pasillos perfectamente alfombrados, están vacíos, a lo lejos me parece divisar a las mellizas, ¡redrum!, lo que pasa es cuando vemos mucho cine nos volvemos locos y ahí viene el resplandor y nos atrapa, ¡redrum!, ¡redrum!, ¡redrum!.... Esto tiene que ser el final, no puede ser de otra manera... Y entonces me acuerdo del inicio.

Radiografía emocional de los chilenos. Viernes 3 de octubre.

A lo largo de 15 años el Festival Internacional de Cine de Valdivia se ha ido convirtiendo en uno de los eventos culturales más importantes del sur de Chile. Durante estos días, además de ver cuanta película pueda, voy a realizar una serie de entrevistas para la TV local e Internet a directores, actores y actrices.

Pero esta historia comienza un día antes en Santiago con el pre estreno de "Secretos", dirigida por Valeria Sarmiento, basada en una idea suya, y con guión de Raúl Ruiz (http://www.youtube.com/user/Suricatochile). El evento comenzó con los especialísimos aplausos de las personas sordomudas que ocupaban una de las salas en que se exhibió la película. Esas agradecidas manos en alto agitándose silenciosamente luego de la presentación de la directora es uno de los momentos más estremecedores que me ha tocado vivir en una sala de cine. Por algunos instantes tuve la sensación de que el cine no estaba en la pantalla sino en la realidad, en las butacas, en esas manos entusiastas que revoloteaban en el aire.

"Secretos" comienza cuando "El traidor" vuelve a Chile a revelar las verdaderas circunstancias del asesinato de "La voz del Pueblo". A través de breves historias que remiten al mundo de la izquierda chilena de los años setenta, ahora transformada hasta el grado de convertirse en algo casi irreconocible, comienza a aparecer eso que a menudo los chilenos reconocemos como "lo chileno".

Virtudes públicas, vicios privados; el imperio de las apariencias en todas sus variantes: escritores que no escriben, cineastas que no filman, poetas que no son; padres falsos, estudiantes universitarias con doble vida, políticos con vida triple; generales envueltos en crímenes paradojales; relaciones afectivas cínicas y castradas que me hicieron recordar una frase del protagonista de la novela "Al sur de la frontera, al oeste del sol", de Haruki Murakami: "Desde el principio, le estaba negada la posibilidad de cosas como el amor, el sentimiento de culpa o el futuro."

El relato va construyendo esta loca geografía emocional abordando, desde la ironía y la ternura con los personajes, el rasgo sinverguenza e inofensivo, pero igualmente patético, de los chilenos. Menos mal que es así, porque de otro modo sería para terminar llorando. Se estrena el próximo jueves 9 de octubre, no se la pierdan.

Las imágenes invisibles. Sabado 4 de octubre.

Con el estreno mundial de "La maleta", la película que Raúl Ruiz dirigió en 1963 y que estuvo desaparecida durante 45 años (sí, cuarenta y cinco años) se inaguguró el festival. Dicen que la cinta apareció casualmente en el invierno de este año en una bodega y estoy seguro, o casi, que soñé, ¿o pensé?, ¿o inventé?, esta conversación con Ruiz:

- Pero Raúl, ¿cómo se te pudo llegar a perder una de tus primeras películas?
- No se pu' Góngora, me dediqué a hacer otras cosas, "Tres tristes tigres", "Palomita blanca", entre otras, después vino el Golpe y me fui a Francia. Yo hago películas pero no me dedico a cuidarlas.
- ¿Y cómo apareció?
- Porque un chileno hizo el trabajo bien hecho, lo que no siempre ocurre en este país.
- ¿Cómo es eso?
- Un señor entró a limpiar una bodega y la encontró, lo que significa que antes, a lo largo de 45 años, nadie había hecho bien el trabajo.
- Raúl, eso da para otra película.
- Podría ser, ahí vemos, o vamos viendo, o quizá, o a lo mejor, como se dice en Chile.

El caso no es menor porque ya "Palomita blanca" había desaparecido en 1973 luego del Golpe y vino a aparecer recién en 1990, cuando se recuperó la democracia, lo que es un símbolo de lo ocurrido en Chile. Las películas perdidas, las historias desaparecidas, las imágenes invisibles puede ser un buen tema para retratar a este país.

"La maleta", un cortometraje de 19 minutos realizado por Ruiz a los 22 años ya contiene las claves de lo que sería su filmografía: el absurdo cotidiano, la soledad, el tema del doble, una cierta manera de filmar.

Es la historia de un hombre que se pasea por la ciudad con una maleta. En su interior, hay otro hombre, mucho más pequeño. Cuando el que lleva la maleta se cansa, se detiene, se instala dentro de la maleta y el otro toma el relevo.

Ver "La maleta" fue emocionante, permitió encontrarse con el joven Ruiz que, en realidad, no es distinto del actual.

Hoy realizé el primer capítulo de "Fuera de cuadro", una serie de programas de entrevistas que hago para el Festival y que será emitido en el canal local ATV y por internet.

Mis invitados fueron los actores de "Tony Manero", la película de Pablo Larraín. Conversé con Alfredo Castro (premio al mejor actor en Tokyo por este trabajo, además de las excelentes críticas que obtuvo en Cannes), con Amparo Noguera y con Marcelo Alonso.

Uno de los aspectos más interesantes de la conversación giró en torno a la construcción de los personajes, a algo que no tiene que ver con "actuar", sino con una cierta manera de "estar" en una escena, de otorgarle una cierta textura al personaje. Amparo la describió como la pérdida del miedo, la capacidad de entregarse a un flujo de sentimientos y sensaciones, lo que, sin duda, le otorga una gran autenticidad al trabajo actoral, aunque vaya acompañado de un cierto vértigo, una desnudez y, por eso mismo, de una alto grado de vulnerabilidad.

Y, a propósito de esto mismo, Alfredo y Marcelo relataron la metodología de trabajo aplicada por Pablo Larraín cuando se repetía una escena. La repetición no era exactamente igual sino que era una oportunidad para explorar otro modo de hacerla, lo que muchas veces implicaba, para los actores, una reestructuración mental sobre la marcha, lo que no es fácil, o una deconstrucción de los elementos de la escena.

Gran tema. Disfruté mucho una entrevista larga, sin apuro, pero con una cierta estructura dramática y con cambios de ritmos y tonos en la conversación. Además, no "actuábamos" la entrevista sino que "estábamos" en ella.

"El cielo, la tierra y la lluvia". Lunes 5 de octubre.

Después de ver la película de José Luis Torres Leiva quedé conmovido. Es una apuesta radical, muy personal, que instala la realidad en la pantalla no para narrarla a su antojo sino para que el espectador, si se atreve, la contemple y viva el relato construyendo su propia trama emocional.

Esto no es para personas que necesitan que el director les diga todo con efectos visuales, música estridente, montaje al uso y supuestos virtuosismos que vienen realizados por directores que no aman al cine sino que adoran ser famosos haciendo películas.

"El cielo...." tiene una poesía que emana desde la maravillosa imperfección de la vida cotidiana, desde cosas que no funcionan, pasando por instantes poéticos inolvidables, hasta el olor a locura y muerte que a veces ronda tenebrosamente.

A estas alturas es notable que un director se atreva a lo más difícil y apueste por la sencillez, narrando de un modo en apariencia tenue pero que va construyendo en silencio un tejido dramático que resulta conmovedor.

Sólo un cineasta que tiene una manera muy particular de mirar la vida, en realidad, de construir una mirada, puede narrar de esa manera.

En la tarde, en el programa de entrevistas "Fuera de cuadro" entrevisté a Torres Leiva y a dos de sus actores, Pablo Krôgh y Angélica Riqueleme, sobre la experiencia de hacer esta película.

Uno de los temas que me interesó fue cómo el cineasta ha abordado el empleo de la música incidental en sus anteriores cintas. Lejos de utilizarla para "empujar" una escena u obligar al espectador a sentir lo que el director quiere que sienta, Torres Leiva opta por el criterio de que la música no refuerze la imagenque ya tiene su propia fuerza, sino que agregue algo que no está, que tenga cuento propio.

Al final, me doy cuenta de que varias de las opciones cinematográficas de Torres Leiva tienen que ver, entre otras cosas, con la libertad del espectador.

Cada día realizo dos programas, de media hora. El primero fue para "Tony Manero" y participaron Alfredo Castro, Amparo Noguera y Marcelo Alonso. Después "199 recetas para ser feliz" con Andrés Waissbluth, Andrea García Huidobro y Pablo Macaya (pobre Pablo, tuvo que ver al lado mío cómo Colo Colo arrasaba con la "U"). El tercero, con "El cielo, la tierra y la lluvia".

Las conversaciones giraron en torno a los argumentos y los grandes temas que abordan las películas, las pasiones originales y los miedos, los secretos del oficio y las inevitables exploraciones personales que acompañan a cada trabajo. O sea, la vida misma.

Procesos creativos. Martes 6 de octubre.

En el programa "Fuera de cuadro" de ayer entrevisto a Matías Bize y a Sebastián Lelio. El primer tema es cómo las películas anteriores influyen, para bien o para mal, en la próxima. Matías ("Sabado", "En la cama" y "Lo bueno de llorar") sostiene que lo que le resulta más natural es hacer siempre una opera prima. Esta postura es interesante porque, en cierto modo, le permite comenzar "limpio" cada proyecto abordándolo sin condicionamientos de sus películas anteriores.

En una conversación de hace un par de semanas Andrés Wood me señalaba que luego de los muy buenos resultados de "Machuca" su opción no era "superar" a esta película sino sentirse libre realizando una completamente distinta. "La buena vida" es fruto de aquello y en ese sentido apuesta siempre, como Bize, por una cierta opera prima.

Sebastián Lelio ("La sagrada familia"), en cambio, asume que cada película es nueva pero valora la experiencia y el aporte de la anterior.

Para Bize, que ahora escribe el guión de "La vida de los peces" cada película surge de la sensación de lo sentido en un instante que luego se transforma en una historia. Lelio, que está montando "Navidad", siente que los proyectos nuevos vienen de un conjunto de retazos: pequeñas historias, ideas, temas, sensaciones, algo que no alcanzó a desarrollar en plenitud en la película anterior, etc.

Tanto en "Cine Video", durante 13 años, como en "Perdidos en la noche", "Coyote" y "Hora 25" he tratado de abordar las claves de los procesos creativos de cineastas, guionistas, dramaturgos, directores de teatro, escritores, actores, etc. Me gusta explorar la trama invisible de la creación porque allí está la huella indeleble de los creadores y el reflejo de un instante, del contexto, del país, de algún proceso o tendencia que estaba flotando en el aire cuando la obra se creó.

Bize y Lelio me dicen que adhieren categóricamente a lo que alguna vez les dijo Carlos Flores, fundador y profesor en la Escuela de Cine de Chile, respecto de las tácticas para abordar el rodaje y el montaje. Para lo primero, ataque y irreflexivo; para lo segundo, retroceso metódico.

Tengo la sensación, y esto lo converso siempre con los diversos equipos con los cuales realizo programas de televisión, que el proceso tiene dos amores y no hay que equivocarse: primero hay que enamorarse de la grabación y del material que allí se recoge. Pero después hay que enamorarse del relato, lo cual muchas veces implica dispararle un balazo a horas y horas de material que en algún momento nos fascinaron. Los que no se enamoran del relato van a contar mal la historia.