miércoles, junio 15, 2005

PINTURA INFAMANTE.

A mediados del siglo XIII, particularmente en Italia, se desarrolló un tipo pintura denominada “infamante” (de “infamar”, es decir, “causar deshonra”).

Cuando una persona cometía un delito estimado como grave, además de recibir las penas de cárcel, era sometido a un castigo complementario. Algún verdugo especializado en la materia hacía un retrato del condenado en el que aparecía en una situación o postura humillante. Luego, esta pintura era exhibida por algún tiempo en la plaza pública del lugar. A esa práctica se le denominaba “Pintura infamante”.

En estos casos, la imagen tenía como finalidad producir un castigo de carácter público que seguramente era observado por la comunidad con una no disimulada morbosidad (es decir, “aquello que provoca reacciones mentales moralmente insanas o que es resultado de ellas”).

Me resulta inevitable asociar la Pintura Infamante de hace 8 siglos con las imágenes de La Granja VIP que vemos por estos días.

Haciendo zapping me topé con un resumen de las imágenes de la pobre “Zapallito italiano” sacándose la cresta al intentar caminar por unos troncos móviles amarrados con cuerdas (¿los Picapiedra jugarían a eso?), y escuché el golpe seco de su cuerpo al caer pesadamente al suelo en cada uno de sus intentos. Mientras tanto, desde una galería, el resto de la “comunidad” de La Granja VIP la observaba atentamente.

Llegó un momento en que la situación me resultó insoportable y dejé de observar al que antes se lo conocía como “el canal del angelito

A mediados del Siglo XIII reinaba el Papa Inocencio IV, quien fijó el procedimiento sumario para la herejía y condenó a los flagelantes.

Actualmente ejerce el pontificado Benedicto XVI, que antes ocupó, entre otros cargos, el de Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, la que antes fue conocida como la temible Inquisición.

Esta institución, creada en la Edad Media, tenía la misión de procesar y sentenciar a las personas consideradas herejes (los que tenían algún error en materia de fe) con la excomunión.

San Agustín había aprobado con reservas la acción del Estado contra los herejes. La Iglesia, en general, desaprobó la coacción y los castigos físicos, aunque en particular en una multitud de ocasiones los llevó a cabo.

La pobre “Zapallito italiano” tuvo que soportar las imágenes infamantes de su derrota y su posterior excomunión de La Granja VIP.

O sea, seguimos donde mismo, y ahora las imágenes infamantes se transmiten por esa plaza pública que es la televisión.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Lo malo es que siempre caemos redonditos en los anáres de la historia y seguimos aplaudiendo lo inaplaudible.!