lunes, septiembre 13, 2010

Las malas palabras

“Las malas palabras. Las virtudes de la obscenidad” es un libro de Ariel Arango, psicoanalista argentino, que bucea en el poder oculto de estas palabras y sostiene que habitualmente se refieren a partes del cuerpo, secreciones y conductas que despiertan deseos sexuales. Sostiene que las palabras obscenas tienen “una importancia terapéutica porque develan lo reprimido y son un camino al inconsciente”, hacia las zonas má ocultas de las personas.


El autor aborda el posible origen etimológico de la palabra obscenidad sugiriendo que podría ser lo contrario del vocablo latino “scena”, lo que está en la escena, y que, en consecuencia, lo obsceno es aquello que debería estar “fuera de escena”. O sea, lo que no debe ser dicho en la “escena social”. En China hay un rechazo tajante en este terreno porque las autoridades ofrecen recompensas para denunciar las obscenidades que circulan por internet, que en estos tiempos es la escena por excelencia.

Hay casos ridículos. El cineasta José Manuel Sandoval me contaba hace un tiempo que parte del título de su película era omitido por algunos medios y se referían a ella como “Te creís la más linda…”, omitiendo la segunda parte, “…pero erís la más puta”, que es la que completa el sentido de la historia que narra y que expresa de manera muy vital el despecho y la rabia.

Las malas palabras tienen evoluciones que vienen de los usos cotidianos. La palabra “huevón”, que originalmente tenía una fuerte vocación agresiva, se ha ido legitimando y adquiriendo cierto aire inocente, simpaticón, llegando a tener incluso variantes no insultantes como “el huevón simpático”, en la que predomina el elogio.

Por otra parte, parece que lo impúdico tiene su encanto. Una de las obras de Marco Antonio De la Parra más exitosas, de crítica y de público, es “La secreta obscenidad de cada día”.

También existe el “Diccionario de la injuria”, de Bufano y Perednik, en cuyo prólogo hay una interesante teoría del insulto y el libro se promueve afirmando que “tiene más de tres mil insultos” provenientes de todos los países de habla española. No hay que olvidar que hasta Borges se dió tiempo para escribir sobre el arte de la injuria, la que naturalmente tiene la vocación de causar destrozos en el otro. No existe la injuria "buena onda".

En el diccionario no deja de sorprender que muchas expresiones injuriosas son relacionadas con la mujer, los homosexuales, los pobres, los que tienen problemas físicos y también con las personas que poseen ciertas características raciales que son violentamente discriminadas. En Chile sabemos bastante de esto.

El reciente “Diccionario del uso del español en Chile”, gran aporte de la Academia chilena de la Lengua, incorpora expresiones que reflejan la variedad del habla cotidiana, dando cuenta de las fricciones entre lengua y habla. Entonces, y aprovechando uno de los dichos que allí aparecen, digo que hay que “pegarse el alcachofazo” con eso de andar censurando palabras, lo que no significa promover la injuria y el insulto.

Como dice Herta Muller, Premio Nobel de literatura 2009, “cuantas más palabras nos permitan usar más libres nos volvemos”.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Chi bá puta la weá....

Mary Rogers dijo...

La gente tiene miedo a la ruptura en el lenguaje, a su significado, a lo que puedan pensar por su utilización (mira el primer comentario...ni siquiera se atrevió a identificarse y ni siquiera es original)y a lo que pueda desatar en el inconsciente (?) la palabra fuera de norma. No te digo el terror que provocan frases como "fuera del conducto regular" en algunos círculos. Saludos y feliz Bicentenario:)

Paz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Paz dijo...

Hola súper A.
Hace un par de noches atrás hablabamos precisamente que el lenguaje construye realidades y para debatir al respecto tomamos cepicentro las puteadas...
Por ejemplo, que te digan maricón o gay (cuando arrugas en algo)es casi siempre en tono insulto, por ende en ese momento estamos afirmando que ese colectivo es inferior, cobarde, desleal, peor o lo que sea que se quiera denotar cuando chucheteas a alguien.
Asi podemos seguir con hijo de puta (que tienen de malo las putas?), saco de hueas (por que el escroto es un insulto? porque cuelga agilada y torpemente?), en fin guapo, la manera en que puteamos también refleja un poco nuestro yo interno, nuestras ideas o concepciones, ya sea básicas o complejas, y aunque creo que las "malas palabras" no tienen nada de malo en realidad, de hecho hago uso y abuso de ellas, creo que hay que tener ojo al momento de elegirlas, porque como te mencioné, también vamos constuyendo realidades con ellas.
Un beso A.

L Mery dijo...

me gustó este post de "las malas palabras", si fuese una serie de textos, el siguiente debiera ser algo así como "los malos pensamientos". Un abrazo, L.

Claudia AB dijo...

Interesante este artículo. Dan ganas de informarse más sobre el tema.